

Introducción
El ocelote representa una de las especies más emblemáticas de los felinos silvestres de América. Su estudio resulta clave para la comprensión de los ecosistemas donde habita, debido a su papel como depredador mesotrófico. En México, aunque aún es relativamente común en ciertas regiones, enfrenta diversas presiones que podrían comprometer su viabilidad a largo plazo.
Características generales
Leopardus pardalis presenta un cuerpo ágil y robusto, con una longitud de 70 a 100 cm y un peso promedio entre 8 y 16 kg. Su pelaje está cubierto por rosetas y manchas oscuras, lo que le permite mimetizarse con la vegetación densa. Posee hábitos solitarios y territoriales, y es principalmente nocturno.
Estado de conservación
A nivel global, la UICN clasifica al ocelote como “Preocupación Menor”, pero en México está sujeto a protección especial según la NOM-059-SEMARNAT. Aparece también en el Apéndice I o II de CITES, lo que restringe su comercio internacional. A pesar de su relativa abundancia, las poblaciones están cada vez más aisladas, lo que representa un riesgo para su diversidad genética.
Valor cultural
El ocelote ha ocupado un lugar destacado en la cosmovisión de las culturas prehispánicas. En la mitología maya y mexica era símbolo de fuerza, sigilo y poder nocturno. Se le asociaba con el mundo espiritual y se le representaba frecuentemente en códices y esculturas. Hoy, su imagen persiste como símbolo de la vida silvestre y la conexión con el monte, y forma parte de proyectos comunitarios de conservación y turismo sustentable.
Conclusiones
El ocelote es una especie clave para los ecosistemas donde habita, tanto por su función ecológica como por su valor cultural y simbólico. Su conservación requiere estrategias integrales que incluyan la restauración de hábitats, la creación de corredores biológicos, la sensibilización comunitaria y el monitoreo continuo de sus poblaciones. Su permanencia en los paisajes mexicanos depende del equilibrio entre desarrollo humano y conservación de la biodiversidad.







